Filas del desempleo abruman el panorama de millones de estadounidenses en plena crisis sanitaria
…“Todas nuestras cuentas están atrasadas”… "¿Qué vamos a hacer cuando perdamos el dinero del desempleo?”, dicen afectados.
En marzo, Sylvia Soliz fue despedida de su empleo como asistenta de enfermera en un hogar de ancianos. Luego, a la residente de Corpus Christi, Texas, le cortaron la electricidad. Soliz, de 36 años y que debe parte de su alquiler para noviembre y diciembre, recibió un aviso de desalojo. Actualmente ella está recibiendo una ayuda de 414 dólares cada dos semanas. Con cuatro hijos, no alcanza para mucho.
“El día que la recibo, se acaba, porque mis niños necesitan muchas cosas”, dijo Soliz. “Tengo que pagar una porción de las cuentas que tenga, para poder esturar el dinero, pero cada vez que llega un cheque, llega otra cuenta”.
Soliz ha presentado solicitudes para un nuevo empleo y se mantiene en contacto con su previo empleador, pero hasta ahora ha sido infructuoso. Teme además contraer COVID-19. Soliz tiene esperanzas de que el Congreso llegue a un acuerdo para proveer más ayuda, pero siente que “ellos básicamente están jugando con nosotros”.
No es la única que pasa problemas agravados por la pandemia en Estados Unidos: Derissa Green se está retrasando cada vez más en el pago de su alquiler. Tina Morton enfrentó recientemente una disyuntiva: pagar sus cuentas o comprar un regalo de cumpleaños para un niño.
El desempleo ha forzado a millones de personas en Estados Unidos a tomar decisiones difíciles ante una pandemia que ha cerrado negocios, paralizado los viajes y dejado a millones sin empleo durante meses. Ahora, sus penurias pudieran empeorar si el Congreso no extiende dos programas de ayuda por desempleo que expiran tras la Navidad.
Si no se alcanza un acuerdo en las actuales negociaciones en el Capitolio, más de 9 millones de personas perderán sus prestaciones por desempleo, que promedian 320 dólares por semana y que usualmente son su única fuente de sustento.
Unos 9,1 millones de personas que están recibiendo ayuda de esos programas la verá expirar el 26 de diciembre, de acuerdo con un reporte de la Century Foundation, un centro de estudios en Washington. Se espera que otros 4,4 millones agoten sus 39 semanas para el final del año. Si el Congreso acuerda proveer más semanas de ayuda y revivir los dos programas, esos beneficiarios pudieran seguir recibiendo ayuda el año próximo.
Green, de 39 años y su esposo están entre ellos. El fin de sus pagos por desempleo los forzaría a seguir sin pagar el alquiler de su vivienda en Dyer, Indiana, cerca de Chicago. La pareja tiene ocho hijos. El esposo de Green es un camionero independiente cuyo negocio desapareció al estallar la pandemia en la primavera. Apenas en octubre comenzó a conseguir trabajos ocasionales.
Ahora está recibiendo unos 235 dólares semanales de ayuda por desempleo. Aun así, “todas nuestras cuentas están atrasadas”, dijo Green. La pareja ha recibido varios avisos de corte de servicios, antes de conseguir pagar justo a tiempo.
“Es de miedo”·, dijo Green, "¿Qué vamos a hacer cuando perdamos el dinero del desempleo?”, agregó.
El fin de las prestaciones se acerca en un tiempo especialmente peligroso. Las contrataciones bajaron considerablemente en noviembre y el resurgimiento del virus parece haberse salido de control en todo el país.
Incluso con la posibilidad de que se distribuya una vacuna eficaz en los próximos meses, los economistas dicen que el panorama va a empeorar antes de mejorar. Muchos pronostican una pérdida neta de empleos en diciembre, por primera vez desde abril.
El presidente electo Joe Biden llamó el viernes al Congreso a aprobar rápidamente un paquete bipartidista de 908.000 millones de dólares que establecería un pago semanal de 300 dólares por desempleo, aparte de ayuda para los gobiernos estatales y locales, fondos para escuelas y universidades, subsidios para negocios y rescate para sistemas de transporte púbico y aerolíneas. Se están ultimando los detalles, pero el esbozo de la propuesta pudiera emerger pronto.
Más de 20 millones de personas están recibiendo ahora prestaciones por desempleo en Estados Unidos. Más de la mitad son beneficiarias de dos programas que fueron parte de un paquete de rescate aprobado por el Congreso en marzo. Uno de los programas hizo elegibles por primera vez para recibir ayuda a los trabajadores independientes y por contrato y dio 39 semanas de pagos. El otro dio 13 semanas de prestaciones extendidas a las 26 semanas que proveen la mayoría de los estados.
Una expiración de las prestaciones por desempleo ahora cuando tantos la necesitan, sería inusualmente temprana comparado con recesiones previas. Tras la Gran Recesión de 2008-2009, el gobierno extendió los pagos a 99 semanas y la ayuda adicional duró hasta 2013. Cuando el programa concluyó, unos 1,3 millones de personas perdieron los pagos: una pequeña fracción de quienes los perderían ahora.
Otras protecciones gubernamentales también expiran al final del año, incluso una moratoria federal del desalojo de inquilinos. Una suspensión de pagos de los préstamos estudiantiles federales. Expirará al final de enero.
“Temo mucho que las personas enfrenten el desamparo. Esa es nuestra mayor preocupación”, dijo Andrew Stettner, un socio de la Century Foundation. “Es un error político terrible. Retrasaría la recuperación que llevamos recortar esas prestaciones tan pronto”.
Aproximadamente uno de cada seis inquilinos en Estados Unidos se ha retrasado en sus pagos, de acuerdo con un sondeo de la Oficina del Censo. Y 12% de los adultos dicen que sus familias no tenían suficiente para comer en algún punto la semana pasada, dice el sondeo. Eso es un alza respecto apenas 3,7% en 2019, de acuerdo con el Center on Budget and Policy Priorities.
Una serie de decisiones dolorosas ha estado confrontando Keli Paaske, que vive en el área de Kansas City, Kansas. Desde que fue dejada de licencia sin sueldo en la primavera de su trabajo de ventas en una compañía de puertas contra incendios para hospitales, Paaske, de 56 años, ha reducido gastos en comida y otras necesidades. Pensó que sería llamada de nuevo a su trabajo una vez amainara la pandemia, pero en agosto su jefe la llamó para decirle que su puesto había sido eliminado.
Paaske había titubeado para pagar los 360 dólares necesarios para sacrificar a su perro de 15 años, que sufría un tumor cerebral, antes de proceder. Sin ayuda por desempleo, Paaske no está segura de cómo va a arreglárselas. Pudiera solicitar ayuda financiera de sus padres, que tienen ochenta y tantos años, algo a lo que se ha resistido. Si no encuentra trabajo para marzo, dice, tendrá que dejar de pagar las mensualidades para su coche.
En todo el país, una suspensión de las prestaciones por desempleo afectaría desproporcionalmente a la población negra, de acuerdo con datos de la Century Foundation. Aproximadamente 18% de los beneficiarios de ayuda por desempleo son negros, dijo la fundación, pese a que los afroestadounidenses representan solamente 12% de la fuerza laboral del país. Más de 57% de los beneficiarios de la ayuda son blancos y casi 13% son hispanos. No hay datos demográficos sobre una quinta parte d ellos recipientes.
Tina Morton limpiaba casas en Winchester, Kentucky, donde vive, pero ha tenido poco trabajo desde que comenzó la pandemia. Al igual que muchas otras madres solteras, ha batallado con la necesidad de encontrar otro trabajo mientras cuida de su hijo y dos sobrinos que están bajo su custodia y que toman clases vía internet en su casa.
“Los padres solteros no pueden salir y encontrar cualquier trabajo”, dijo Morton, de 39 años. “Tenemos a nuestros hijos en casa”.
La semana pasada, Morton tuvo que escoger entre pagar la cuenta telefónica y comprarle un regalo a un sobrino (ella optó por el regalo). Si su ayuda por desempleo expira, espera enfrentar decisiones dolorosas.
Le preocupan particularmente sus dos sobrinos.
“Eso es lo que más me duele”, dijo. “Mi trabajo es darles más, darles algo mejor que de donde vinieron”.
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Rugaber reportó desde Washington. Los periodistas de The Associated Press Acacia Coronado en Austin, Texas, Andrew Tsubasa Field en Topeka, Kansas y Piper Hudspeth Blackburn en Louisville, Kentucky, contribuyeron para este reportaje.