Civiles congoleños enfrentan difícil dilema ante creciente rebelión

Ignatius Ssuuna,Rodney Muhumuza
Miércoles, 29 de enero de 2025 14:01 EST
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO-REFUGIADOS
REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO-REFUGIADOS (AP)

Gran parte de los millones de personas atrapadas en la creciente rebelión del este de la República Democrática del Congo enfrentan una terrible elección: retirarse al interior del Congo y buscar la protección de un ejército débil y desorganizado, o cruzar a la cercana Ruanda, acusada de respaldar a los rebeldes.

Esta semana, el avance de los rebeldes, que tomaron Goma, la ciudad más grande de la región, planteó nuevas preguntas acerca de la incapacidad de las tropas congoleñas y sus aliados para proteger a los civiles mientras una guerra, que ya ha durado décadas, se reaviva a casi 1.600 kilómetros (1.000 millas) de la capital del Congo, y muy cerca de Ruanda.

“Por un lado, tienes una fuerza extranjera en la que no puedes confiar completamente. Por el otro, tienes un ejército débil y corrupto”, dijo Imani Zawadi, que huyó a Ruanda desde un pueblo en las afueras de Goma, una ciudad de 2 millones de habitantes. “Así que no tienes en quién confiar”.

Sus temores resumen los de muchos congoleños desplazados por la violencia del grupo rebelde M23 a lo largo de los años. Más de 1.200 congoleños, entre ellos, algunos soldados que se rindieron, ya han buscado refugio en Ruanda desde que los rebeldes marcharon hacia Goma, cerrando el aeropuerto y llenando los hospitales con víctimas.

Esta vez, existe la preocupación de que el M23 pueda mantener Goma como una especie de zona de protección mientras Ruanda esencialmente redibuja la frontera con su vecino, de mucho mayor tamaño, en una región donde se calcula que hay una riqueza de minerales, como cobalto y oro, prácticamente sin explotar y con un valor de varios billones de dólares. Los líderes rebeldes dicen que planean establecer una administración en la ciudad.

Los rebeldes han reclamado múltiples victorias a expensas de un ejército congoleño, que es más grande y cuenta con el apoyo de una fuerza de paz de la ONU de 14.000 efectivos, así como tropas de países africanos desplegadas como un bloque regional. Incluso hay contratistas militares rumanos que las autoridades ruandesas describen como mercenarios.

Uno de los rumanos se arrodilló en el suelo, con las manos detrás de la cabeza, mientras los rebeldes intentaban llevarlo, junto con otros, hacia el cruce fronterizo.

“Luchamos por el futuro de nuestros hijos. Siéntate. En el suelo”, le dijo el portavoz del M23, Willy Ngoma. Éste afirmó que 289 mercenarios fueron escoltados a Ruanda y enviados a “casa”, mientras una línea de cascos azules de la ONU observaba.

El portavoz del M23 calificó a los rebeldes como “un ejército del pueblo” que traería paz.

El avance rebelde rompe un alto al fuego establecido en 2024 y hace eco de la captura de Goma por parte del M23 hace más de una década, que no duró mucho porque la comunidad internacional presionó a Ruanda para que se retirara.

Ruanda, que durante mucho tiempo ha negado que apoye al M23, a pesar de las pruebas recopiladas por expertos de las Naciones Unidas, dice que quiere proteger a los tutsis congoleños, aun cuando los comandantes rebeldes han sido acusados de explotar minerales y otros recursos naturales en las áreas que controlan. Los expertos de la ONU estiman que hay hasta 4.000 efectivos ruandeses en el Congo.

El presidente ruandés, Paul Kagame, que ha encabezado la recuperación del país del genocidio de 1994, en el que murieron unos 800.000 tutsis y hutus moderados, dijo a los diplomáticos, en un almuerzo realizado este mes en Kigali, que sus preocupaciones sobre la amenaza percibida en el Congo siguen siendo fuertes.

“Las mismas personas que asesinaron aquí en Ruanda, aquellos que llevaron a cabo el genocidio, todavía existen, todavía están armados, todavía practican la ideología del genocidio en nuestro vecindario, en el este del Congo”, dijo Kagame el 16 de enero. “Apoyados por el gobierno, apoyados por líderes en ese lugar, bajo la vigilancia de esta comunidad internacional que habla de valores, que habla de intereses”.

Kagame ha dicho que la pregunta de cómo proteger a los tutsis congoleños es una de las dos que los líderes del Congo deben responder en cualquier negociación con el M23, junto con los temores de Ruanda de que otros grupos rebeldes, de entre las docenas de ellos que se mantienen activos en el este del Congo, representen un riesgo de seguridad.

Las autoridades ruandesas afirman que un grupo rebelde conocido por su acrónimo FDLR, entre cuyos miembros hay presuntos perpetradores del genocidio, “está completamente integrado en” el ejército congoleño, que niega los cargos.

El presidente congoleño, Felix Tshisekedi, ha descartado previamente establecer negociaciones directas con el M23, y las conversaciones de paz que llevaron al alto al fuego del año pasado se realizaron entre Congo y Ruanda, con Angola como mediador. Pero la toma de Goma, que provocó manifestaciones violentas en Kinsasa, la capital, mientras los locales protestaban por lo que calificaron como la inacción de la comunidad internacional, podría obligarlo a ello.

La firme postura de Kagame sobre el control del este del Congo ha llevado a algunos intelectuales de la región que simpatizan con él a sugerir que la autoridad ruandesa sobre la región sería un mejor resultado para los civiles.

Algunos de los civiles que huyen a Ruanda opinan lo contrario.

“La verdad es que Ruanda trata de apoderarse de nuestro territorio, pero esto no será posible sin importar cuánto tiempo lleve”, dijo Rose Clemency.

La ingeniera eléctrica reconoció que “por supuesto, nuestro ejército es débil, y culpamos al gobierno por no empoderar al ejército para defender nuestro territorio contra los soldados ruandeses”. Pero dijo que los congoleños piensan que se debe expulsar a los “intrusos” antes de echar culpas.

“Ni siquiera en el exilio aceptaremos que nos impongan al M23”, agregó.

La empresa de medios nacional de Ruanda publicó imágenes de las autoridades fronterizas y los soldados, en las que los congoleños que huían parecían ser tratados con dignidad. Pero algunos congoleños dijeron a The Associated Press que odiaban tener que buscar refugio en Ruanda y que no tenían otra opción.

Mientras Estados Unidos y otros países piden un alto al fuego en la región, las preocupaciones humanitarias crecen a medida que más personas huyen de nueva cuenta.

Goma ya alojaba a miles de personas que habían huido de años de guerra mientras los grupos rebeldes luchaban por controlar la riqueza mineral de la región. En las tres semanas previas a la captura de la ciudad, los combates con el M23 desplazaron a unas 400.000 personas, según la ONU.

Ahora, el futuro de Goma, que durante mucho tiempo fue el centro regional de asistencia humanitaria crucial para millones de personas, está en duda, y la ONU dice que muchas personas no tienen “un lugar seguro a donde ir”.

“Somos solo rehenes” de los rebeldes, dijo Anzimana Semena, quien huyó a Ruanda con sus tres hijos y estaba siendo procesada en Gisenyi, un pueblo al otro lado de la frontera.

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Muhumuza contribuyó desde Kampala, Uganda.

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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.

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