La relación de Sinéad O’Connor e Israel refleja cambios en la política del país
Cuando las amenazas de muerte obligaron a la cantante pop irlandesa Sinead O’Connor a cancelar un concierto por la paz en Jerusalén en el verano de 1997, un joven llamado Itamar Ben-Gvir se atribuyó el mérito de la campaña en su contra
Amenazas de muerte obligaron a la cantante pop irlandesa Sinéad O’Connor a cancelar un concierto por la paz en Jerusalén en el verano de 1997. En ese momento, un joven llamado Itamar Ben-Gvir se atribuyó el mérito de la campaña en su contra.
Hoy ese joven es el ministro de seguridad nacional de Israel.
La transformación de Ben-Gvir de un extremista israelí marginal que buscó cancelar el concierto de O’Connor en un poderoso ministro que supervisa la fuerza policial israelí refleja el dramático ascenso de la extrema derecha en el país.
O’Connor, una cantante vehemente, envuelta frecuentemente de controversia, que saltó a la fama en 1990, murió el miércoles en Londres a los 56 años. Si bien la mayoría de la gente recuerda a la estrella por su exitosa versión de la balada de Prince “Nothing Compares 2 U” o el alboroto que surgió cuando rompió una foto del Papa Juan Pablo II en vivo por televisión, muchos israelíes la recordaron esta semana por una carta abierta que escribió criticando a Ben-Gvir.
Indignada después de escuchar a Ben-Gvir, que entonces tenía 21 años, jactarse en una entrevista de radio de que él había logrado asustarla y alejarla de Jerusalén, O’Connor envió la carta a The Associated Press y otras organizaciones noticiosas.
“Dios no recompensa a quienes traen terror a los niños del mundo”, escribió O’Connor en un mensaje dirigido a Ben-Gvir. “Así que solo has tenido éxito en el fracaso de tu alma”.
El 16 de junio de 1997, O’Connor, preocupada por su seguridad y la de sus hijos, se retiró del concierto organizado por grupos de mujeres israelíes y palestinas que buscaban promover Jerusalén como capital para ambas naciones. Denominado “Compartir Jerusalén: dos capitales para dos Estados”, el evento se llevó a cabo sólo unos años después de la firma de los Acuerdos de Oslo, que sentaron las bases para el proceso de paz en Medio Oriente.
La paz en Tierra Santa era tan controvertida entonces como lo es ahora, y los intransigentes como Ben-Gvir se oponen a cualquier división de Jerusalén. Los palestinos reclaman como su capital Jerusalén Oriental, que fue capturada por Israel en 1967.
Antes del concierto por la paz, la embajada británica y la irlandesa en Tel Aviv informaron haber recibido amenazas de muerte contra O’Connor. Después de su cancelación, los seguidores de la cantante y otros activistas expresaron enojo, sorpresa y consternación, algunos se sellaron los labios con cinta negra y protestaron en las calles contra Ben-Gvir y sus aliados.
En 1997, Ben-Gvir era activista del Frente Ideológico, una rama del movimiento kahanista, de ultraderecha y racista. La violenta ideología antiárabe del rabino Meir Kahane se consideró tan repugnante en la década de 1980, que Israel expulsó a Kahane del parlamento y Estados Unidos catalogó a su partido como grupo terrorista.
Si bien Ben-Gvir no asumió la responsabilidad de amenazar a O’Connor, dijo a la radio israelí que sus esfuerzos la habían obligado a abandonar el país.
“No llega por nosotros”, dijo en ese momento. “Calificamos como un éxito la presión que ejercimos para que no llegue”.
El jueves, cuando los medios israelíes recordaron la campaña de Ben-Gvir contra O’Connor, su oficina negó haberla amenazado alguna vez.
“De hecho, el ministro Ben-Gvir dijo que protestaría contra el concierto”, reconoció su oficina. “El espectáculo fue cancelado debido al trabajo de miles de manifestantes”.
Su oficina también señaló que a pesar de sus críticas a la conversión de O’Connor al islam y su apoyo a los palestinos, trataría de recordarla “favorablemente por la difícil vida que vivió”.
El gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu, en el que Ben-Gvir es un miembro destacado, es el más derechista y religiosamente conservador en la historia de Israel.
Esta semana, la coalición aprobó la primera parte de su programa profundamente polémico para debilitar a la Corte Suprema, un plan que provocó protestas callejeras masivas y sumió al país en su peor crisis interna en años.
El jueves, Ben-Gvir visitó el Monte del Templo, el lugar sagrado de Jerusalén más disputado por ambas partes, venerado tanto por judíos como por musulmanes, quienes lo denominan El Noble Santuario. La visita, aunque permitida bajo acuerdos de larga data, fue vista por palestinos y países musulmanes como una provocación, dada la historia de Ben-Gvir.
Ben-Gvir, ahora de 47 años, fue condenado en su juventud por incitar al racismo contra los árabes y se le prohibió servir en el ejército israelí porque se consideraba demasiado extremista. Hasta hace poco, colgó en su casa un retrato de un pistolero israelí que mató a 29 palestinos en una mezquita de Cisjordania en 1994.
Como ministro de seguridad nacional, Ben-Gvir ha provocado repetidamente reacciones violentas por su retórica y actos antiárabes. Ha presionado por la creación de una guardia nacional que los críticos temen que pueda poner en peligro a la minoría palestina de Israel, endureció las medidas contra los prisioneros palestinos y aumentó las demoliciones de viviendas en la capital en disputa.
La relación de O’Connor con Israel sólo se volvió más tensa después del concierto fallido. Se convirtió en partidaria de la campaña liderada por palestinos que pide boicots, cancelaciones a la inversión y sanciones contra empresas, instituciones culturales y universidades israelíes. Después de la guerra de Gaza de 2014, O’Connor hizo caso a los llamados de la campaña para retirarse de un concierto cerca de Tel Aviv.
Pero la cancelación de su concierto en Jerusalén en 1997 es la más recordada en Israel, un país en crisis mientras Netanyahu y Ben-Gvir siguen adelante con su agenda divisiva de extrema derecha.
En su carta abierta a Ben-Gvir, O’Connor describió cómo la atormentaban imágenes televisadas de israelíes y palestinos golpeándose en las calles de la ciudad santa de Jerusalén.
“Me sentí triste y asustada”, escribió. “Le pregunté a Dios: ‘¿Cómo puede haber paz en cualquier lugar de la Tierra si no hay paz en Jerusalén?’”.
Luego agregó: “Le hago esa pregunta ahora, señor Ben Gvir”.