Californianos evacuaron a perros, gatos, caballos y hasta cerdos ante el avance de las llamas
Arianna Buturovic vigilaba con recelo el humo lejano desde el refugio que dirige en las afueras de Los Ángeles para perros en riesgo de ser sacrificados. En cuestión de horas, las montañas cercanas estaban en llamas y el fuego comenzó a rodearla.
“Metí a 15 perros y a dos gatos en un Prius negro”, contó Buturovic.
Pero aún le quedaban otros nueve perros y un cerdo por evacuar, así que paró a unos jóvenes de 18 años en una camioneta que aceptaron llevarlos a un refugio. No pudo llevarse a dos ponis, pero dejó el corral abierto para que pudieran escapar si era necesario.
“Así evacuamos a casi 30 animales”, agregó. “Fue una locura”.
Buturovic es una de los muchos dueños de animales de Los Ángeles que se apresuraron a ponerse a salvo junto a sus queridos compañeros ante los rápidos incendios forestales que esta semana mataron a 11 personas y arrasaron más de 12.000 hogares y otras estructuras. Esto ha desbordado los refugios, cuyos responsables han implorado a la población que, si pueden, encuentren amigos o familiares que acojan a sus mascotas.
Wendy Winter y su esposo decidieron el martes por la noche que deberían comprar algunos transportines de gatos para poder evacuar su casa en Altadena con sus felinos Purry Mason y Jerry. Menos de dos horas después, era evidente que tenían que irse. A la mañana siguiente, se enteraron de que la casa en la que vivieron durante más de siete años había desaparecido junto con el resto de su calle.
“Hay miedo y pérdida y ni siquiera sabes”, señaló. “Estás en estado de shock”.
Esperan encontrar amigos que acojan a sus gatos durante dos meses mientras deciden cuáles serán sus próximos pasos. Winter reconoció que ella y su esposo están desorientados y no están seguros de poder proporcionar a sus gatos un ambiente donde se sientan seguros y cómodos en este momento.
Algunas personas llevaron sus mascotas a refugios porque no pudieron marcharse con ellos.
Pasadena Humane Society acogió a 250 mascotas el primer día después de que comenzaran los incendios. En el condado de Los Ángeles, Animal Care, cuidaba a 97 mascotas, en su mayoría gatos y perros, pero también cerdos, una tortuga, un pájaro y una serpiente, explicó Christopher Valles, un vocero del departamento.
La veterinaria Annie Harvilicz, había dejado una antigua oficina de Animal Wellness Centers en Marina del Rey, pero inspirada por la necesidad de su hermano de encontrar un lugar para sus mascotas, transformó las salas de examen, de rayos X y cirugía en un refugio improvisado. Rápidamente recibió a 41 perros, gatos y un conejo y pronto encontró hogares de acogida para todos menos dos.
En una publicación en Facebook, se ofreció para que quien necesitase un lugar para dejar a sus animales se pusiese en contacto con ella. Esperaba una avalancha de mascotas necesitadas, pero en cambio recibió una marea de propuestas de gente que quieren ser voluntarios.
“Estoy muy orgullosa de la gente de Los Ángeles y realmente siento que han dado un paso al frente cuando se trata de ayudarse mutuamente”, dijo.
Algunos querían que Harvilicz se llevara a sus burros, pero no pudo conseguir un remolque antes de que tuvieran que evacuar. Las dificultades para transportar a los animales más grandes los dejan en una situación de mayor riesgo frente a los incendios forestales, agregó.
Julia Bagan, que forma parte de un grupo de Facebook llamado Evacuación Equina de Emergencia del Sur de California, encontró cinco caballos encerrados en sus establos en Altadena un día después del incendio. Los animales se agruparon en un pequeño corral exterior adjunto a las cuadras pero no pudieron escapar del todo de las llamas.
Para cuando un vecino llamó pidiendo ayuda y los bomberos usaron cizallas para liberarlos, uno de los caballos estaba gravemente herido, apuntó Bagan.
Condujo a través de los restos del incendio la noche del miércoles para rescatarlos mientras los cables eléctricos dañados chisporroteaban sobre su cabeza. Describió la evacuación como “la más loca y peligrosa” que ha tenido hasta ahora. Casi todas las casas de la zona habían ardido cuando llegó.
El animal herido, una yegua negra de 3 años a la que decidió llamar como la película Flicka, tenía quemaduras en las piernas. Se le quemó el ronzal, la cola y la crin. Las brasas le causaron úlceras en los ojos. Un veterinario de un hospital equino de emergencia dijo que tenía un 50% de posibilidades de sobrevivir.
“No tenía ninguna oportunidad, encerrada en un establo y con sus dueños marchándose y dejándolos allí”, aseveró Bagan.
Pero algunos dueños de caballos estaban preparados.
Cuando Meredith McKenzie recibió un aviso días antes sobre el riesgo elevado de incendio, pidió a la gente de su establo que le ayudasen a sacar al animal para que pudiera concentrarse en cuidar a su hermana que tiene Alzheimer.
“La gente de los caballos no es tonta sobre si se avecina un incendio. Nos vamos antes de que comience porque una vez que hay humo, los caballos se vuelven locos y quieren correr”, dijo McKenzie. “Es muy difícil acorralarlos porque solo quieren huir”.
El rancho donde tenía a sus caballos, el histórico Rancho Bob Williams en Cheney Trail, se quemó, explicó. McKenzie perdió su montura, pero otro rancho dijo que le darán una silla de montar y una brida.
Suzanne Cassel dejó atrás Topanga el martes con sus dos caballos, un burro llamado Oscar Nelson, cuatro perros y dos gatos. Se apresuraron a conseguir sitio en un refugio de emergencia para animales grandes en Pierce College, un centro comunitario en Woodlands Hills.
Sus caballos están juntos en el refugio, mientras que los perros y gatos están alojados en el remolque de los equipos. El burro, sin embargo, estaba deprimido solo en un establo.
“Está solo, así que entré y me senté con él durante media hora, y le gustó eso porque a ningún animal de manada le gusta estar solo”, explicó.
Buturovic, quien dirige el refugio de rescate de perros, llevó a algunos de sus caninos al antiguo hospital de Harvilicz y a otros a la casa de un amigo en Venice.
Para cuando regresó al rancho de Topanga el miércoles por la mañana, había ardido. El edificio de cemento que había resistido dos o tres otros incendios desde la década de 1950 estaba cubierto de hollín, el tejado había desaparecido y las ventanas habían reventado. Sus ponis desaparecieron, junto con dos perros semisalvajes a los que alimentaba. Espera recaudar fondos para apoyar a Philozoia, su organización sin fines de lucro que rescata animales de refugios de alta mortalidad.
“No sé a dónde iremos a parar”, reconoció.
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Golden informó desde Seattle. Las periodistas de The Associated Press Heather Hollingsworth en Mission, Kansas, y Audrey McAvoy en Honolulu, Hawái, contribuyeron a este despacho.
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Esta historia fue traducida del inglés por un editor de AP con la ayuda de una herramienta de inteligencia artificial generativa.