Agentes dan testimonio de los horrores de autolesiones y desesperación en el vuelo fallido a Ruanda
Exclusivo: Los documentos revelados días antes de la apelación ante el Tribunal Supremo muestran que los solicitantes de asilo fueron obligados a subir al avión y maniatados
Todos los horrores del trato “inhumano” que sufrieron los solicitantes de asilo que fueron obligados a tomar un vuelo de deportación fallido a Ruanda han quedado al descubierto en los recientes testimonios de los agentes de seguridad.
Los documentos publicados por el Ministerio del Interior muestran que los detenidos se autolesionaron, amenazaron con suicidarse y fueron sometidos a sujeciones “dolorosas” después de rogar que no se les deportara de Reino Unido. Un hombre fue hallado cortándose las muñecas con fragmentos de una lata de bebida, mientras que otro se golpeó la cabeza contra el asiento de un avión mientras gritaba “No, no” en escenas desesperadas el 14 de junio.
Los impactantes relatos, recogidos por Liberty Investigates en virtud de las leyes de libertad de información y a los cuales The Independent tuvo acceso, llegan justo antes de que el lunes tenga lugar la primera revisión judicial de la política de Ruanda.
Los grupos que presentaron el caso dijeron que los documentos demuestran los “horrores” que aguardan si los vuelos continúan, y añadieron: “Si estos testimonios no convencen al nuevo primer ministro para que cambie de opinión y deseche estas propuestas, seguramente nada lo hará”.
Pidieron al nuevo primer ministro que deseche el plan, pero la candidata Liz Truss ha prometido “apoyar y ampliar la política de Ruanda a más países”.
Yasmine Ahmed, directora de Human Rights Watch en el Reino Unido, dijo que muchas de las personas a las que se dirige el plan ya han “sufrido horrores inimaginables”.
“Es incomprensible que nuestro gobierno intente ahora expulsarlos a un país que es famoso por su represión”, declaró para The Independent. “Los informes sobre autolesiones y sobre la angustia de los expulsados solo sirven para poner de manifiesto que el gobierno se complace en volver a traumatizar y victimizar a las personas que buscan nuestra protección. Esto no es más que una aberración moral y legal”.
Los formularios que el personal de custodia llenó después de los “incidentes de uso de la fuerza” muestran cómo los detenidos empezaron a llorar, gritar y llamar frenéticamente a sus abogados y seres queridos después de que se les dijera que los iban a enviar a Ruanda.
Cuando los agentes de custodia fueron a sacar a un solicitante de asilo de su habitación en el Centro de Expulsión de Inmigrantes de Colnbrook, cerca del aeropuerto de Heathrow de Londres, lo hallaron autolesionándose en su cama. Según el informe, sangraba tras hacerse “cortes en el brazo derecho con partes de una lata de bebida”, y no dejó de cortarse hasta que los agentes lo sujetaron de los brazos.
El hombre fue atendido por una enfermera antes de ser entregado a los escoltas encargados de trasladarlo al avión, que esperaba en la base militar de Boscombe Down, en Wiltshire.
Lo pusieron bajo una supervisión constante como parte de una estrategia oficial de prevención del suicidio, mientras que un segundo solicitante de asilo le dijo al personal que se “suicidaría” si le obligaban a subir al vuelo. A ese detenido le pusieron un cinturón de sujeción en la cintura y lo ataron físicamente a un asiento del avión.
Cuando empezó a agitarse y a gritar “No, no”, el personal de custodia le sujetó la cabeza y dijo que tenían que “asegurarse de que no le diera un cabezazo a ninguno de los escoltas ni se hiciera daño”.
“Siguió gritando”, dice un informe oficial archivado sobre el uso de la fuerza. “Aproximadamente a las 10:16 pm nos informaron que el vuelo se había cancelado. Inmediatamente dejó de gritar... sonrió con alegría y nos abrazó a cada uno de nosotros por turno, fue muy conmovedor”.
Según los informes, un tercer hombre “declaró al intérprete que no quería irse y se tiró al suelo de rodillas” antes de ser sacado del Centro de Expulsión de Inmigrantes de Colnbrook. El personal lo describió como “muy angustiado” y dijo que tras subir al avión “empezó a gritar y a golpear su cabeza contra el asiento de delante”.
Uno de los agentes de custodia describió haberle sujetado las muñecas, los brazos y la cabeza, y luego, cuando empezó a morderse la lengua, haberle aplicado una técnica de dolor de “ángulo mandibular” para que la soltara.
La guía del Ministerio del Interior establece que este tipo de técnicas que inducen al dolor no deben utilizarse nunca cuando existe una alternativa, pero son “justificables si es la única forma viable y práctica de hacer frente a un incidente violento que supone un riesgo inmediato de daños físicos graves”.
El hombre fue inmovilizado hasta que se anunció que el vuelo no despegaría, tras una oleada de desafíos y requerimientos judiciales del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.
A un cuarto detenido se le colocó un cinturón de sujeción en la cintura y se le aplicó dolor en la muñeca en una camioneta que se dirigía al aeródromo porque “se puso a hacer disturbios” tras una emotiva llamada telefónica que tuvo con su hermana. Un agente de custodia dijo que “aplicó presión para que siguiera las reglas”, y su colega dijo que el hombre “gritaba que le dolía la muñeca y que se le rompía el corazón”.
Posteriormente, los agentes llevaron al hombre “muy alterado” al avión con las manos sujetas.
En los formularios se detallaba cómo un quinto pasajero fue “guiado” fuera de un centro de detención tras negarse a salir y afirmar que no iría a Ruanda. Un agente relató que, mientras el personal intentaba persuadirlo para que saliera voluntariamente, “parecía que iba a vomitar, pues se sujetaba el estómago y se inclinaba hacia delante”.
Los desgarradores relatos se han revelado días antes de que se celebre el primero de los dos desafíos legales contra la política de Ruanda en el Tribunal Superior. No se ha producido ningún otro intento de vuelo, y todos los solicitantes de asilo embarcados en el avión de junio fueron liberados tras las amenazas de emprender acciones legales por encarcelamiento ilegal.
Care4Calais, que es una de las organizaciones benéficas que han interpuesto el desafío legal, dijo que los relatos eran “una prueba más del daño mental y físico que la brutal política de deportación de Ruanda del gobierno inflige a los refugiados”. Su fundadora, Clare Moseley, añadió: “Teniendo en cuenta las opciones más humanas y eficaces disponibles, ¿es esta política bárbara lo que realmente quiere hacer nuestro país?”.
El sindicato PCS, que representa al personal de la Fuerza de Fronteras y también respalda la acción judicial, dijo que los testimonios “revelan otros horrores que se esconden tras los planes del gobierno”.
“Los refugiados están aterrorizados por lo que les espera, mientras que nuestro personal se encuentra en la posición profundamente indeseable de tener que aplicar la política de Ruanda: la consideran sumamente inhumana y tienen razón”, dijo Paul O'Connor.
“Cuando los guardias de seguridad sujetan a las personas para evitar que se autolesionen, la inhumanidad absoluta de esta política queda ilustrada con toda crudeza. Si estos testimonios no convencen al nuevo primer ministro para que cambie de opinión y deseche estas propuestas, seguramente nada lo hará”.
Bella Sankey, directora de Detention Action, dijo que los testimonios deberían “avergonzar al gobierno”. Añadió: “Pedir a los funcionarios públicos que utilicen la fuerza contra los solicitantes de asilo que se autolesionan para enviarlos a un país en el que corren el riesgo de sufrir más persecución es profundamente peligroso. El primer ministro entrante debe deshacerse de esta política o estar preparado para deshumanizar no solo a los que están sometidos a ella, sino también a los encargados de aplicarla”.
El viernes, el gobierno anunció el nombramiento de un Comité de Seguimiento Independiente de ocho miembros que supervisará el cumplimiento del acuerdo en materia de derechos humanos, pero los abogados ya han advertido que los compromisos no son legalmente vinculantes ni exigibles.
Uno de los cuatro designados por el Reino Unido, Alexander Downer, es un exministro del gobierno australiano que estuvo entre los diseñadores de una política de deslocalización que hizo que los refugiados se suicidaran y se prendieran fuego en Nauru y la isla de Manus.
Un portavoz del Ministerio del Interior dijo: “Nuestro personal y los proveedores de escolta están rigurosamente formados para garantizar la seguridad de los retornados durante todo el proceso de expulsión”.
“Nuestra Asociación de Migración con Ruanda, líder en el mundo, hará que quienes realicen viajes peligrosos, ilegales e innecesarios al Reino Unido sean reubicados en Ruanda y, si se les reconoce como refugiados, se les apoyará para que construyan una nueva vida allí”.