Un Monet del Museo de Dallas vuelve a México con muchos amigos
Uno de los famosos cuadros de nenúfares de Claude Monet ha vuelto tras recibir una muy cálida recepción en México, acompañado de muchos amigos de su época, además de uno de sus hermanos, para una gran exposición dedicada a los impresionistas.
El cuadro en cuestión, “Nenúfares” de 1908, había sido prestado a México por el Museo de Arte de Dallas en 2023 para la exposición “Monet. Luces del impresionismo” que recibió a más de 200.000 visitantes en el Museo Nacional de Arte.
Ahora vuelve al Museo del Palacio de Bellas Artes, el máximo recinto artístico de México, acompañado de uno de sus hermanos mayores, “Estanque de nenúfares (Nubes)” de 1903, creado por Monet con un estilo menos abstracto en el que se aprecia un poco de la tierra y la maleza que rodeaba el estanque en el pueblo de Giverny, a las afueras de París, que fue su gran inspiración, así como el reflejo de las nubes de un cielo claro que llevó a pensar a algunos en su época que lo habían colgado al revés.
Este par de obras, así como pinturas de Vincent Van Gogh, Pierre-Auguste Renoir, Camille Pissarro, Paul Gauguin, Henri Matisse, Paul Signac, además de artistas influidos por ellos como Edward Munch y Piet Mondrian, integran la exposición itinerante “La revolución impresionista: de Monet a Matisse del Museo de Arte de Dallas”, creada por el Museo de Arte de Dallas (Dallas Museum of Art - DMA) con obras de su colección en 2024 para conmemorar el 150 aniversario de la primera exhibición impresionista. México es su primera parada internacional.
“Tuvo mucho éxito. Tuvimos muchos visitantes en el Museo de Arte de Dallas, que parecía que la gente estaba descubriendo, redescubriendo la colección y volviendo a enamorarse de ella”, dijo la curadora Nicole R. Myers, supervisora de la colección de arte europeo del museo, quien señaló que la muestra comenzó a gestarse hace unos tres años.
Tras su paso por México, la exposición viajará a la Galería de Arte en Ontario, Canadá, y al Museo de Arte de Queensland, en Australia. También llegará al Museo de Bellas Artes de Virginia, en Estados Unidos, en 2026. Myers espera que se sumen otros museos y galerías en su recorrido.
Una de las piezas destacadas es pequeña, pero muy expresiva: obra de Berthe Morisot. Creada mientras se encontraba de vacaciones en Niza. Muestra veleros y agua agitada por el oleaje. Morisot tuvo que pintar “El puerto de Niza” en un bote que rentó para escapar de las burlas de los curiosos que jamás habían visto a una artista mujer trabajando.
“Y no necesitaba vender obras de arte para ganar dinero. Tenía una posición acomodada. Fue muy prolífica, pero muere joven. Muere a los 54 años. Y la mayor parte de su colección se queda con su familia cuando fallece y permanece con su familia incluso hoy. Así que es raro ver su trabajo en museos de Estados Unidos, incluso en Francia, y supongo aquí en México”, dijo Myers.
La curadora destacó la obra por su creación al aire libre —una de las grandes aportaciones de los impresionistas al arte— su paleta pastel, que captura rápidamente y con pinceladas vívidas la imagen, así como su estética suelta, similar a la de un boceto.
La exposición destaca a los impresionistas como un grupo revolucionario que rompió con la academia y abrió nuevos caminos para el arte. Myers destacó que esta revolución vino acompañada de nuevas tecnologías y formas de producción, similares a lo que está ocurriendo ahora con la inteligencia artificial.
“Para ellos el tubo de pintura de metal exprimible e incluso el poder comprar lienzos y materiales prefabricados, más precisos producidos en masa, más baratos, lo hicieron más democrático. Más personas podrían permitírselo, como se puede hacer hoy en día: entras a una tienda de artículos de arte y compras las pinturas y otras cosas. No tenías que ser entrenado por un maestro para saber mezclar pinturas, ya que se volvió mucho más democrático”, señaló. “Me parece fascinante que estemos viviendo un momento de grandes cambios sociales, políticos, tecnológicos y de avances hoy, tal como entonces”.
En la muestra hay múltiples naturalezas muertas, incluyendo una de las dos panderetas pintadas por Paul Gauguin con flores que existen en el mundo. El género de las naturalezas muertas vivió un renacer entre los impresionistas, impulsados por su mentor Édouard Manet. Buscaban con sus naturalezas muertas atraer una clientela de clase media, creando pinturas accesibles por su tamaño, pero sin dejar de lado la creatividad e innovación.
Myers pidió a los visitantes observarlas con atención, especialmente en el manejo del espacio, incluyendo una de Renoir con rosas y peonias en un florero de 1876. La pintura tiene un extraño objeto rojo en el fondo.
“Me tomó dos años descubrir qué era porque simplemente no miré lo suficiente. La mayoría tienen secretos incorporados, pero hay que ir más despacio. Tienes que estar dispuesto a bloquear todo lo demás y simplemente mirar y hacerte la pregunta, ¿qué está sucediendo aquí realmente?”, señaló.
Ese objeto rojo es una especie de poltrona tapizada, reveló la curadora, pero tiene ¿una almohada blanca?
“No lo sé, no se puede saber”, dijo Myers. “Y luego hay una pintura en el fondo. Así que ves el marco. Y es demasiado abstracta, no se puede ver qué es la pintura. ¿Es suya? ¿Es de otra persona? En realidad, es una pintura muy difícil de leer. Y a primera vista, sin embargo, es como, ¡oh, qué bonita, hay un jarrón de flores!”.
La exposición “La revolución impresionista: de Monet a Matisse del Museo de Arte de Dallas” permanecerá abierta al público en el Museo de Bellas Artes de la Ciudad de México del martes al 27 de julio.