El patinaje artístico casi arruina mi vida: siento mucha lástima por Kamila Valieva
Sé cómo era ese mundo y estoy del lado de Valieva
Cuando leí que el Tribunal de Arbitraje del Deporte permitía que la rusa Kamila Valieva compitiera en el evento de patinaje libre femenino a pesar de haber dado positivo antes en una prueba de drogas, sentí un breve alivio. La idea de que una patinadora de 15 años experimente un escándalo que podría poner fin a su carrera me alarmó. El fallo del tribunal significó que la única sanción real impuesta por el Comité Olímpico Internacional sería la ausencia de una ceremonia de entrega de medallas, y esto es si se coloca todavía.
Como se vio en la competencia de hoy, ella no se colocó, ni siquiera alcanzó el podio. Valieva falló en la mayoría de sus saltos, y al final cayó al intentar un loop de punta cuádruple. Salió del hielo con una mirada de disgusto y comenzó a llorar. El entrenador de Valieva, Eteri Tutberidze, no hizo ningún intento por abrazar o consolar a la patinadora que se notaba devastada. En cambio, bombardeó a Valieva con preguntas, y le preguntó en un vídeo publicado en Twitter que después fue eliminado: “¿Por qué lo dejaste ir? ¿Por qué dejaste de pelear?” Tutberidze regañaba a Valieva y se refería en específico a un triple salto Axel que no aterrizó bien que la obligó a colocar su mano sobre el hielo. Valieva no tuvo respuesta.
De por sí ya está rodeada de tanta controversia, no me sorprende que la presión haya afectado la actuación de Valieva a tal grado. Sin embargo, el tema que más me preocupa es el trauma que es probable la agobiará después del escándalo hasta su retiro anticipado proyectado.
Como ex patinadora artística que entrenó durante siete años, entiendo cómo el intenso entrenamiento, los estándares de técnica poco realistas y el entorno fomentado por los entrenadores convirtieron la situación de Valieva en una pesadilla. La misma situación casi arruina mi vida.
Empecé a patinar a los 10 años en una pequeña pista en Los Ángeles. Tomé lecciones para principiantes, con el fin de evitar avergonzarme en una exhibición para padres de la escuela y me uní al equipo después de completar la clase avanzada. El patinaje sobre ruedas artístico refleja al patinaje sobre hielo en muchos de sus saltos, giros y métricas de puntuación. Y también se refleja en el patinaje sobre hielo en un sentido mucho más oscuro: ambos deportes son hipercompetitivos y tóxicos hasta llegar al punto del trauma.
Me uní al equipo en quinto grado con mi mejor amiga en ese momento, Gina*. Practicábamos juntas desde antes de que los entrenadores de nuestro equipo comenzaran a darnos clases privadas. A medida que aumentaba nuestra participación en el deporte, entrené con la entrenadora Ellen* para los eventos de estilo libre y figuras y con la entrenadora Lily* para los eventos creativos y de baile. Gina entrenaba sola con Lily para cada evento, lo que afectó nuestra amistad de una manera que nunca podría haber imaginado.
Las entrenadoras enfocan su atención en quién creen que va a ganar. Era evidente desde el principio que sentía terror de caerme en los saltos, lo que obstaculizó mi rutina de estilo libre en forma severa. Fui la mejor en giros y juego de pies creativo en mi pista, junto con un estándar consistente de desempeño por encima del promedio. También destaqué en patinaje artístico y danza, dos disciplinas que me negué a seguir porque me aburrían. Sin embargo, eso no parecía importar, ya que Gina y la mayoría de las otras chicas de mi equipo tenían mejores saltos y buen juego de pies, lo que me dio un lugar inferior en la jerarquía del equipo. Las lecciones con la entrenadora Ellen eran casi una formalidad, ya que ella sabía que no participaría en ninguna competencia de estilo libre.
El programa creativo fue donde de verdad tuve una oportunidad, pero la entrenadora Lily decidió desde el principio que nunca me ubicaría tan alto como Gina. Les daba tiempo extra a otros patinadores si patinaban con ella antes de mi lección, lo que reducía mucho mi tiempo de entrenamiento, aún y que mis padres habían pagado dinero. Gina comenzó a hacerme bullying y las entrenadoras nos decían que resolviéramos nuestros problemas fuera de la pista en lugar de hacer algo. Di todo en los eventos de equipo porque necesitaba con desesperación demostrar mi valor, pero me relajé en mis rutinas individuales de estilo libre porque sabía que la opinión de mis entrenadores sobre mí sería la misma sin importar lo duro que trabajara.
Me di a conocer por mi excelente resistencia, patiné 15 programas creativos seguidos durante mi mejor práctica. Me levantaba a las seis de la mañana para entrenar en fines de semana, patinaba 16 horas cada semana. Incluso cuando llegué a la pubertad y comencé a experimentar períodos intensamente largos y dolorosos a causa de un trastorno hemorrágico no diagnosticado, seguí el consejo de mis entrenadoras y “me aguanté”.
En 2017, por fin obtuve el segundo lugar en los campeonatos nacionales de patinaje en cuartetos con Gina y otras dos chicas. Descubrí años más tarde que mis entrenadores querían reemplazarme con otra chica después de las regionales porque yo era “inconsistente y no me esforzaba tanto”. Solo competí después de que mi madre le rogó a la mamá de la otra niña que me dejara continuar.
Tuve que dejar de patinar antes de tiempo debido al síndrome de dolor patelofemoral, lo que significa que me dañé el cartílago debajo de la rótula debido a la actividad deportiva durante la pubertad. La noticia me destrozó: sentí que había arruinado mi autoconfianza, sentido de autoestima y una parte de mi cuerpo por un deporte en el que nunca tuve éxito. Dediqué mi infancia a un grupo de personas dramáticas e hipercompetitivas que seguirían adelante sin mí.
Solo puedo imaginar el dolor de Kamila Valieva al llegar a la cima para después ver su victoria arrebatada por una droga que es posible ella no eligió tomar. Tutberidze tiene mucha influencia sobre la dieta de Valieva, su relación con el equipo y su vida fuera del patinaje, como hacían mis entrenadoras. Me atormenta saber que habría dado todo por mi equipo, tal como lo hizo Valieva. Sacrificamos mucho por el patinaje artístico, incluidas, lo más trágico, nuestras infancias.
*Gina, Ellen y Lily son seudónimos