A Justin Bieber le arrebataron su infancia: merece mucho más que una simple disculpa
Todos fuimos testigos del trato cruel que sufrió Justin Bieber, escribe Emma Clarke. ¿Dónde estaba la indignación en ese momento? ¿Por qué nadie hizo nada para detenerlo?
Un joven Justin Bieber, claramente incómodo, se retuerce en su silla y dirige miradas desesperadas a su madre, a la espera de que intervenga, después de que una locutora de radio le pidiera que le diera “una charla sobre sexo”.
“De verdad, me siento incómodo”, respondió. “¿Por qué quieres que un chico de 15 años te hable sobre sexo? Es bastante raro”.
Sí, es bastante raro.
Sin embargo, contra todo pronóstico, no fue la única interacción inapropiada que sufrió el joven en ese momento. De hecho, esta sombría y persistente línea de interrogatorio marcó gran parte de los comienzos de su carrera. Así lo evidencian las imágenes que resurgieron sobre el trato que Bieber recibió a lo largo de los años, las cuales no han dejado de circular por las redes sociales desde la detención de Sean “Diddy” Combs el lunes en Nueva York.
Más allá de las polémicas “48 horas” que el joven de 15 años pasó con el rapero —y del incómodo encuentro un año después, en el que Diddy le reclamó a Bieber no haberlo llamado para “salir como antes”— salieron a la luz una serie de clips preocupantes.
En su paso por The Talk, le hicieron a Bieber una peculiar pregunta: “¿Preferirías interpretar una canción desnudo en el escenario o beberte una taza de gusanos licuados?”.
Cuando Justin Bieber tenía apenas 18 años, Katy Perry, de 27, le tocó el trasero durante el Capital Summertime Ball. Ese mismo año, en los American Music Awards de 2012, Jenny McCarthy, con 39 años, lo abrazó al subir al escenario a recibir su premio, besándole el cuello mientras él se retorcía, claramente incómodo y tratando de alejarse. “Guau. Me siento violado”, respondió el cantante.
A pesar de la evidente falta de consentimiento y la incomodidad expresada por Bieber, nadie intervino ni actuó ante sus intentos de frenar la situación. Parecía que los adultos que lo rodeaban asumían que tenían algún tipo de derecho sobre él y su cuerpo, como si su exposición pública justificara sus acciones. Pero claro, la culpa era de la “Biebermanía”, ¿verdad?
Fue lo que insinuó la propia Jenny McCarthy a los periodistas en el backstage del evento: “Aunque fue algo intimidante, aproveché el momento porque sabía que no tendría otra oportunidad. Al final, creo que lo acosé un poco”.
Lo más preocupante es que aquellos encargados de protegerlo simplemente miraron hacia otro lado y permitieron que este tipo de “oportunidades” ocurrieran una y otra vez.
Es bien sabido que Justin Bieber y su madre, Pattie Mallette, han tenido una relación tensa en los últimos años. En 2012, ella publicó un libro de memorias en el que narraba sus dificultades como madre soltera, mientras que él habló en varias entrevistas sobre el distanciamiento entre ambos. Mallette estuvo presente en muchas de las entrevistas de su hijo cuando él era más joven.
A esto se suma la respuesta totalmente inapropiada de su padre, Jeremy, tras la filtración de las fotos de Bieber desnudo en 2016. En X, escribió: “Es una belleza”, en referencia al pene de su hijo. Así es.
No se puede decir de otra manera: los adultos en la vida de Bieber permitieron que este tipo de comportamiento prosperara y expusieron al joven a comentarios y acciones de lo más vulgares, hasta el punto en que este trato se volvió la norma para dirigirse a la estrella. Posteriormente, cuando Bieber comenzó a “portarse mal” y protagonizó conductas polémicas, como arrebatos en lugares públicos, arrestos y episodios de conducción bajo los efectos de sustancias, lo abandonaron y eludieron cualquier responsabilidad.
Ahora, más de una década después, se reconoce la gravedad de ese trato, aunque todo ocurrió frente a nuestros propios ojos. Todos fuimos testigos de su “caída” —o más bien, de su sufrimiento—, entonces, ¿dónde estaba la indignación en aquel momento?
Bieber no es, ni mucho menos, un caso aislado: hemos observado patrones similares con estrellas infantiles como Britney Spears, Miley Cyrus, Billie Eilish, Charlotte Church y las gemelas Olsen. Cuentas regresivas para cuando cumplieran 18 años, comentarios sobre sus cuerpos en crecimiento, actitudes coercitivas y rumores sobre su sexualidad. Resulta perturbador.
Este mismo año, un documental titulado El lado oscuro de la fama infantil criticó al canal para niños Nickelodeon por su forma de operar en los años noventa. En la serie, el exactor infantil Drake Bell afirmó que el entrenador de diálogos Brian Peck lo agredió sexualmente cuando tenía 15 años. Además, muchos otros mencionaron el ambiente tóxico que el productor Dan Schneider fomentaba. (Peck cumplió una condena de 16 meses en prisión y fue obligado a registrarse como agresor sexual. Schneider expresó: “Reconozco mis comportamientos del pasado, muchos de ellos vergonzosos y de los que me arrepiento. Sin duda, le debo una disculpa muy sincera a algunas personas”).
En su autobiografía de 2013, Coreyography, la estrella de los ochenta Corey Feldman reveló que tanto él como su compañero de reparto en Lost Boys, Corey Haim, fueron víctimas de abusos sexuales por parte de ejecutivos de la industria. Durante su entrevista en el programa The View ese mismo año, Feldman explicó al panel: “Hay personas que nos hicieron esto a Corey y a mí, que siguen trabajando, que están ahí fuera y son algunas de las figuras más ricas y poderosas de la industria. Y no quieren que diga lo que estoy diciendo ahora”. Sin embargo, Barbara Walters respondió con indiferencia: “Le estás haciendo daño a toda una industria”.
Es evidente que existe un problema muy arraigado en la industria del entretenimiento, uno que se remonta a décadas, si no más. ¿Cuántos niños más deben ser sometidos a este trato horrible, degradante y repugnante antes de que se le preste la atención y la seriedad que merece?
Justin Bieber y otras estrellas infantiles afectadas no solo merecen una disculpa: merecen justicia por la infancia que les fue cruelmente arrebatada.
Traducción de Leticia Zampedri