Crisis migratoria: Biden saca provecho de los conflictos internos en el Partido Republicano
El presidente estadounidense toma la delantera y se beneficia de las diferencias vigentes en la oposición
Parece ser que el presidente Joe Biden está cansado de negociar con los republicanos en cuanto al acuerdo que pretende limitar la inmigración a cambio de ayudar a Ucrania.
La semana pasada, los republicanos tuvieron un imprevisto cuando el expresidente Donald Trump salió a criticar la posibilidad de un acuerdo, lo que motivó a los representantes del partido en el Senado a reconsiderar sus opciones. Por si fuera poco, Mike Johnson, presidente de la Cámara de Representantes y líder de la conferencia republicana que más se opone a la inmigración y la guerra de Ucrania, les comentó a sus colegas a través de una carta que el acuerdo “habría muerto al ingresar a la Cámara”.
El viernes por la noche, Biden emitió un comunicado en el que afirmaba que la legislación propuesta le daría la capacidad de “cerrar la frontera cuando se vea desbordada” y que invocaría la autoridad el día que firme el proyecto de ley.
Por supuesto, el hecho de poder “cerrar la frontera” es un término un tanto amorfo, cuya definición está sujeta a interpretaciones. Biden quiere llegar a algún tipo de acuerdo porque quiere liberar dólares para ayudar a Ucrania a defenderse de Rusia, pero esa no es la única razón. Según una encuesta realizada por la Universidad de Harvard la semana pasada, para los votantes, la principal preocupación es la inmigración, en lugar de la economía.
Los republicanos han vapuleado a Biden respecto al tema de la frontera desde que asumió el cargo, particularmente, después de que Donald Trump recibiese un sinnúmero de críticas negativas en la prensa por su separación y el muro fronterizo con México. El gobernador de Texas, Greg Abbott, incluso se ha encargado de enviar autobuses repletos de inmigrantes a algunas ciudades con alcaldes demócratas. Esa medida en particular provocó que el alcalde de Nueva York, Eric Adams, criticara a Biden públicamente.
No obstante, parece ser que a los republicanos la situación se les fue de las manos. Tal y como se mencionó en el boletín Inside Washington de la semana pasada, el hecho de que los republicanos estén demorando la aprobación de un proyecto de ley sobre inmigración para beneficiar a Trump representa un problema a la hora de caratular el flujo migratorio como una crisis que requiere atención inmediata. Si la aprobación de una ley puede esperar 12 meses, entonces no es urgente.
Por otra parte, la presencia de opositores de derecha en desacuerdo con la ley migratoria también implica un conflicto entre los republicanos.
El domingo, la presentadora de Fox News Shannon Bream le preguntó al senador James Lankford, principal negociador republicano, por qué apoyaría el acuerdo de Biden el cual, según ella, permitiría el ingreso de personas a los EE. UU. Lankford le respondió que hace cuatro meses, los republicanos se unieron para exigir cambios en la política. También señaló: “Es curioso que unos meses después, cuando por fin estamos llegando al final, digan: 'Era una broma. La verdad es que no queremos un cambio en la ley porque es un año en el que se elige a un presidente'”.
Lankford, un conservador extremista de Oklahoma, se está jugando gran parte de su credibilidad con esta ley, así que es comprensible que los desacuerdos le causen frustración. Por otra parte, poco después de defender su postura, el senador de Florida y aliado de Trump, Rick Scott, comentó en el mismo programa de Fox que Lankford estaba en una “misión suicida” y aprovechó la situación para criticar al líder de la minoría en el Senado, Mitch McConnell, con quien tiene una relación delicada.
Quizás los republicanos podrían haber aprobado la legislación antes de que Trump volviera a su papel de ser el candidato de facto del partido. Pero sus victorias en Iowa y Nuevo Hampshire, así como la fusión del Partido Republicano a su alrededor, han hecho que tengan que someterse a lo que él imponga.
La última señal de que los republicanos podrían estar demasiado confiados es su plan para destituir al secretario de Seguridad Nacional, Alejandro Mayorkas. ¿Por qué? No está del todo claro. No obstante, lo que es evidente es que Johnson, que lleva poco más de tres meses en el cargo, ha optado por apelar a las facciones más ultraderechistas de su conferencia.
El hecho de organizar una serie de audiencias paralelas para un secretario del que la mayoría de la gente nunca ha oído hablar no servirá de mucho a la hora de explicar cómo se aplican, o no, las leyes en la frontera. Pero para lo que sí servirá es para que figuras como Marjorie Taylor Greene, miembro del comité, dé cátedra sobre la situación y tenga más exposición al aire. De hecho, Greene manifestó su desacuerdo con el proyecto de ley bipartidista en el Senado, a pesar de que no existe ningún documento.
Parece que Biden está intentando crear un contrapunto en la disputa. Al decir que cerraría la frontera si se le dieran los medios para hacerlo, intenta presionar a los republicanos para que aprueben el proyecto de ley. Si esto no ocurre, querrá aplastarlos por no haberle dado poder para frenar la inmigración en los EE. UU.
Traducción de Noelia Hubert