Esta batería de sal marina podría ser un avance significativo para el desarrollo de energías renovables
Construida a partir de sulfuro de sodio, la batería es de menor costo y más afable con el medio ambiente de la gama de opciones existentes en el mercado
Los investigadores han descubierto una batería de sal marina que tiene mayor capacidad de almacenamiento de energía y, además, es más económica que la batería de litio tradicional. Por si fuera poco, es más afable con el medio ambiente de la gama de opciones existentes.
Según recoge el portal World Energy Trade, el investigador principal de la Universidad de Sídney, el doctor Shenlong Zhao, refirió que la batería de sodio o de sal marina “puede reducir los costos y cuadriplicar la capacidad de almacenamiento de litio”.
Y agregó: “Se trata de un avance significativo para el desarrollo de energías renovables. Cuenta con hasta cuatro veces más capacidad que el litio”.
Construida a partir de sulfuro de sodio, esta batería permitiría que coches eléctricos e híbridos, teléfonos móviles y otros dispositivos como televisores, tengan autonomía. Además de que esta batería sería más fácil de reciclar, más ecológica y barata.
Debido al calentamiento global, los expertos siguen trabajando a marchas forzadas para hallar elementos de consumo diario menos riesgosos para el planeta. Actualmente, las baterías son fabricadas con materiales extraños e, incluso, difíciles de conseguir, como el litio, grafito o cobalto.
Según refiere el medio antes citado, la Unión Europea requerirá 18 veces más de litio con miras hacia 2030; y hasta 60 veces más para 2050. Esto significa que, materiales como este, serán más importantes que el gas y, tal vez, que hasta el petróleo.
En lo que respecta al litio, su extracción requiere de la práctica conocida como fracking. Se trata de una fractura hidráulica para estimular pozos y yacimientos de hidrocarburos; a través de la inyección de agua, arena y otros químicos al suelo y subsuelo, es posible extraer diversos componentes.
Actualmente, el fracking está prohibido en algunos países, por la degradación del suelo, la falta de agua y el daño a los ecosistemas.