Nuevos detalles en el caso de Bryan Kohberger: víctimas dudaron en salir antes del asesinato
El sospechoso, de 30 años, está acusado de cuatro cargos de asesinato por las muertes de Kaylee Goncalves, Madison Mogen, Ethan Chapin y Xana Kernodle el 13 de noviembre de 2022
Dos de las estudiantes de la Universidad de Idaho que murieron apuñaladas en su casa fuera del campus habían debatido entre salir a comer algo solo un par de horas antes de que un intruso enmascarado las matara.
Los escalofriantes nuevos detalles fueron revelados en una reciente orden judicial del juez Steven Hippler sobre una solicitud para permitir que los mensajes de texto de las compañeras de hogar supervivientes y la llamada al 911 sean pruebas en el próximo juicio por asesinato contra Bryan Kohberger.
Kohberger, de 30 años, está acusado de cuatro cargos de asesinato por las muertes el 13 de noviembre de 2022 de Kaylee Goncalves, Madison Mogen, Ethan Chapin y Xana Kernodle.
Sus dos compañeras de hogar, Dylan Mortensen y Bethany Funke, conocidas como D. M. y B. F. en los documentos judiciales, también estaban en la casa de Moscow, Idaho, la noche de los asesinatos, pero sobrevivieron.
La orden judicial narra que después de una noche de fiesta, Goncalves y Mogen, junto con sus compañeras de hogar, Mortensen y Funke, regresaron a su casa fuera del campus en King Road alrededor de las 2 a. m. y se reunieron en la habitación de Goncalves donde “hablaron un rato antes de irse a la cama”.
“Las compañeras de hogar se debatieron entre ir a un camión de comida a tomar un tentempié tardío, lo que llevó a D. M. a enviar un mensaje de texto a las 2:10 de la madrugada a un conductor de Uber que conocía para ver si conducía”, según el auto.
“Sin embargo, al final las chicas decidieron irse a la cama”.
La quinta compañera de piso, Xana Kernodle, seguía fuera junto con su novio Ethan Chapin en ese momento, aclara la orden.
Después, aproximadamente a las 4 a. m., casi dos horas más tarde, Mortensen al parecer oyó “ruidos extraños y llantos procedentes del cuarto de baño” y más tarde dijo que vio que una persona “vestida de negro y con un pasamontañas” pasó junto a la puerta de su habitación.
Envió un mensaje de texto a las cuatro compañeras, pero solo Funke respondió. Mortensen y Funke enviaron mensajes de texto diciendo que estaban “asustadísimas” al no poder ponerse en contacto con los otros cuatro compañeros de hogar.
Alrededor de las 4:26 a. m., Mortensen fue a la habitación de Funke. En su camino, vio el cuerpo de Kernodle, según la orden.
“De camino, [D. M.] se dio cuenta de que Xana estaba tumbada en el suelo de su dormitorio, con la cabeza hacia la pared y los pies hacia la puerta”, reza el auto. “D. M. pensó que Xana estaba borracha”.
Las dos chicas se quedaron dormidas y hasta más tarde ese mismo día encontraron los cuerpos sin vida de sus compañeros de piso y se hizo una llamada al 911 hacia el mediodía.
Las dos compañeras de piso supervivientes testificarán en el juicio contra Kohberger, que comenzará el 11 de agosto y durará más de tres meses.
El equipo de defensa de Kohberger presentó una respuesta a una moción en la que pedía al juez que impidiera la admisión de todas las pruebas en el juicio. Pero el juez dictaminó que determinadas partes de los textos, el testimonio y la llamada al 911 eran testimonios de oídas y no podían admitirse durante el juicio.
El acusado se declaró inocente de todos los cargos.
Kohberger era estudiante de posgrado de justicia penal en la Universidad Estatal de Washington, en Pullman, a unos 16 kilómetros de Moscow, en el momento de los asesinatos, en noviembre de 2022. Lo arrestaron en Pensilvania semanas después.
Los investigadores dijeron que habían cotejado su ADN con el material genético recuperado de la funda de un cuchillo hallado en el lugar del crimen. Los fiscales también informaron que los investigadores rastrearon la ubicación de su teléfono móvil y obtuvieron imágenes de vigilancia que mostraban un coche que parecía ser el suyo conduciendo hacia y desde la escena del crimen.
La semana pasada, el juez dictaminó que los fiscales pueden solicitar la pena de muerte contra Kohberger si lo declaran culpable, a pesar del reciente diagnóstico de autismo del acusado.
“El trastorno del espectro autista (TEA) de Kohberger reduce su culpabilidad, anula los fines retributivos y disuasorios de la pena capital y lo expone al riesgo inaceptable de que reciba una condena injusta y lo sentencien a muerte”, escribieron los abogados defensores en los documentos judiciales.
Alegaron que ejecutar a alguien con autismo constituiría un castigo cruel e inusual en virtud de la Octava Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.
No obstante, los fiscales argumentaron que, según los precedentes del Tribunal Supremo de EE. UU., la única discapacidad mental que impide la imposición de la pena de muerte es una discapacidad intelectual, y el diagnóstico de Kohberger era de autismo leve “sin discapacidad intelectual acompañante”.