Conserje apaga el congelador de un laboratorio por un “pitido molesto”, destruyendo décadas de investigación
La investigación señalaba que “al final de la entrevista, [el conserje] no parecía creer que hubiera hecho nada malo, sino que sólo intentaba ayudar”.
Todos sabemos lo molestos que pueden resultar los pitidos incesantes, pero la mayoría preferimos soportarlos antes que vernos envueltos en una demanda multimillonaria.
Sin embargo, un conserje se ha encontrado en el centro de una batalla judicial después de haber destruido involuntariamente décadas de trabajo científico gracias a una molesta alarma.
El encargado de limpieza trabajaba en un laboratorio de la ciudad estadounidense de Troy (Michigan) cuando se le acabó la paciencia al oír el sonido procedente de un congelador de almacenamiento superfrío y decidió apagarlo.
Así, con sólo pulsar un interruptor, arruinó 25 años de investigación y causó al menos un millón de dólares (unos 785.000 euros) en daños.
El congelador del laboratorio del Instituto Politécnico Rensselaer (RPI) contenía cultivos celulares, muestras y otros elementos de investigación que estaban almacenados a -112 grados Fahrenheit (-80C), según una demanda presentada en la oficina del secretario del condado de Rensselaer y vista por el Times Union.
Sin embargo, una vez que el empleado de Daigle Cleaning Services desconectó el disyuntor, las temperaturas en la unidad subieron a -25,6 grados Fahrenheit (-32), con lo que los materiales resultaron dañados o completamente destruidos.
Lo más frustrante de todo el fiasco es que el conserje podría haber detenido el pitido sin apagar la unidad si hubiera leído el cartel de la puerta del congelador.
Decía en negrita y en mayúsculas: "ESTE CONGELADOR EMITE UN PITIDO PORQUE ESTÁ EN REPARACIÓN. POR FAVOR, NO LO MUEVA NI LO DESENCHUFE. NO ES NECESARIO LIMPIAR ESTA ZONA. PUEDE PULSAR EL BOTÓN DE SILENCIO DE ALARMA/PRUEBA DURANTE 5-10 SEGUNDOS SI DESEA SILENCIAR EL SONIDO".
El RPI (Instituto Politécnico Rensselaer de EEUU) presume de contar con "unas de las instalaciones de investigación más avanzadas".
El personal de seguridad del RPI entrevistó al conserje tras el desafortunado incidente, ocurrido en septiembre de 2020. Admitió que escuchó las "molestas alarmas" durante toda la tarde, por lo que intentó resolver el problema por sí mismo yendo a la caja eléctrica de la máquina.
Según un informe presentado por el RPI, el hombre pensó que estaba encendiendo los disyuntores eléctricos cuando en realidad los había apagado.
Sin embargo, la investigación señalaba que "al final de la entrevista, [el conserje] no parecía creer que hubiera hecho nada malo, sino que sólo intentaba ayudar".
El abogado de RPI, Michael Ginsberg, dijo que costaría aproximadamente un millón de dólares recrear la investigación perdida, que exploraba la fotosíntesis y su impacto potencialmente significativo en el desarrollo de paneles solares.
"El comportamiento y la negligencia de la gente han causado todo esto. Por desgracia, 25 años de investigación fueron echados en la basura".
La demanda reclama daños y perjuicios no especificados.