Bogotá termina el racionamiento de agua por sequía. Su caso sirve como alerta a otras ciudades
El racionamiento de agua terminará en Bogotá al cumplirse un año de la implementación de la medida más drástica tomada en cuatro décadas a causa de la sequía. Lo que le ocurrió a la capital colombiana les ha sucedido a otras ciudades del mundo y podría seguir replicándose, según analistas.
Los hogares y los comercios en Bogotá y 11 municipios aledaños tuvieron que adaptar su cotidianidad. Cada nueve días el suministro de agua se cortó por 24 horas, rotando por turnos para más de ocho millones de habitantes.
"Mañana (sábado) termina el racionamiento de agua en la ciudad... hoy podemos dar por superada esa crisis", anunció el viernes a la prensa el alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, al señalar que dio resultado el ahorro de agua, la ampliación de una planta de tratamiento que ha bajado la presión al abastecimiento por embalses —los cuales habían descendido el año pasado a mínimos históricos— y están aumentando las precipitaciones.
“Sabemos que fue un año muy difícil, muy complejo para todos, que afectó la calidad de vida de los habitantes”, agregó el alcalde.
En sus 60 años Lidia Rodríguez no recuerda haber vivido un racionamiento de agua “así de largo y terrible” y no lo consideraba viable para una ciudad rodeada por verdes montañas y donde las lluvias solían ser constantes. En diálogo con The Associated Press, justo antes del anuncio del fin de la medida, pedía que fuera levantada.
Pero antes de Bogotá le ocurrió a otras ciudades. Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, estuvo a punto de llegar al “Día D”, en el que ya no habría suministro de agua, por lo que se aplicaron restricciones desde 2015. Ese mismo año, la mayor ciudad de Brasil, Sao Paulo, también tuvo que racionar.
“Muchas de las grandes ciudades del mundo se desarrollaron o crecieron rápidamente en los últimos 50 a 100 años y, en cierto modo, aprovecharon todas las fuentes de agua disponibles”, explicó a la AP Gregory Pierce, director del Laboratorio de Soluciones para el Derecho Humano al Agua de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA, por sus siglas en inglés).
“Ahora, para muchas de ellas, esa capacidad de acceder a nuevas fuentes fácilmente no es tan común. Y, por supuesto, el cambio climático lo está dificultando y generando escasez de agua en general”, agregó Pierce.
Eso pone presión sobre las grandes ciudades que deben empezar a buscar opciones para suplir la demanda y evitar que la situación se agrave.
Para Charles Wight, director de investigación y política de Water Witness, es probable que el fenómeno de escasez de agua por sequía que “estamos presenciando, se agrave en el futuro” a menos que se implementen cambios significativos con “soluciones blandas”, es decir, prácticas sostenibles de recursos, y soluciones de infraestructura. “Algo que estoy seguro de que lograremos”, puntualizó desde Edimburgo.
En palabras de Rodríguez, “es que uno se aguanta sin luz, pero sin agua no”. Ella, quien vive con su esposo y su hija, solía recolectar agua en recipientes o comprar litros para beber o bañarse en Bogotá.
Pierce explica que con el agua no ocurre como con el suministro de energía, en el que hay más opciones como utilizar la eólica, la solar u otras. Considera que la opción más accesible para la provisión de agua es desincentivar el consumo o conservarla al máximo.
“El racionamiento de agua es un tema recurrente, en cierto modo, en muchas grandes ciudades, megaciudades del sur global”, afirmó Pierce. Sin embargo, el “miedo real a que se agote el suministro es un fenómeno más bien nuevo en muchas grandes ciudades del mundo, tanto del norte como del sur” y se utilizan enfoques para incentivar su preservación.
En Bogotá, el alcalde pidió a la gente ducharse junta. “Ese tipo de mensajes no los he visto mucho antes del incidente de Ciudad del Cabo”.
En caso de querer conseguir una nueva provisión, las opciones son más limitadas, señaló Pierce: “La principal es el reciclaje de aguas residuales... en agua para uso en exteriores”. Pero aclaró que depende del contexto de cada ciudad.
El racionamiento impulsó a Bogotá a iniciar análisis y mediciones de agua subterránea con miras a la construcción de pozos profundos que permitan abastecer a la población en un futuro. Hasta ahora ha dependido de los embalses que llegaron el año pasado a sus mínimos históricos en un 16% por la reducción en las precipitaciones.
Actualmente el sistema de embalses más importante alcanza el 40% de su nivel. Aunque no es la meta que se trazó la alcaldía en un inicio, el alcalde dijo que los indicadores mejoraron lo suficiente para levantar la medida y garantizar el abastecimiento.
“Bogotá debe esperar que la frecuencia de las sequías extremas se duplique y su intensidad se triplique”, aseguró Christopher Gasson, propietario de Global Water Intelligence, una empresa que proporciona información comercial para la industria del agua. “Esto significa que es prácticamente imposible para la ciudad gestionar el suministro de agua sin una inversión masiva”.