Estudio del cráneo de primates puede revelar por qué las muelas del juicio crecen tan tarde en humanos
Los científicos desarrollan un modelo para explicar la coordinación entre el crecimiento facial y la mecánica de los músculos masticadores
El lento desarrollo corporal a lo largo de la vida, así como las mandíbulas más cortas y los rostros retraídos en los humanos en comparación con los de los chimpancés podrían explicar por qué los molares crecen mucho más tarde en las personas que en nuestros primos primates, encuentra un nuevo estudio.
Mientras que a los chimpancés les salen molares adultos, los dientes para mascar en la parte posterior de la boca, cuando tienen alrededor de tres, seis y doce años, los humanos los desarrollan alrededor de los seis, doce y dieciocho años y se extienden hasta la edad adulta.
Durante varias décadas, los científicos han conocido la estrecha relación entre el ritmo al que los molares adultos en los primates, lo cuales emergen con el ritmo general de desarrollo corporal.
Los humanos modernos, según los antropólogos, crecen a un ritmo muy lento y sus molares adultos emergen muy tarde en la vida, más tarde que cualquier otro primate vivo o extinto.
"Uno de los misterios del desarrollo biológico humano es cómo se produjo la sincronía precisa entre el surgimiento de los molares y la historia de vida y cómo se regula", dijo en un comunicado la autora principal del estudio, Halszka Glowacka, de la Universidad de Arizona.
En el estudio actual, publicado en la revista Science Advances, los científicos analizaron cráneos de primates y desarrollaron un modelo que explica la coordinación entre el crecimiento facial y la mecánica de los músculos masticadores.
Debido a una danza delicada entre el ritmo de crecimiento facial y la aparición de los molares, los científicos dicen que estos dientes masticadores salen solo cuando se crea suficiente espacio “mecánicamente seguro”.
Si los molares emergen "antes de lo programado", dicen los investigadores, los dientes interrumpirían el cuidadoso funcionamiento de todo el aparato masticatorio y dañarían la mandíbula.
Dicen que esta comprensión puede ayudar a predecir no solo las posiciones en la boca donde emergen los molares adultos, sino también cuándo lo hacen.
Dado que los molares no emergen hasta un punto en el que ha ocurrido suficiente crecimiento facial, los científicos creen que "los detalles más finos del modelo podrían explorarse en más muestras para ayudar a comprender el fenómeno de las muelas del juicio impactadas en los seres humanos".
En la investigación, los científicos crearon modelos biomecánicos tridimensionales de cráneos en casi dos docenas de especies diferentes de primates que van desde pequeños lémures hasta gorilas.
Estos modelos también incluyeron las posiciones de unión de cada uno de los principales músculos masticadores durante el período de crecimiento de estos primates.
Al simular el crecimiento de la mandíbula a diferentes ritmos en cada uno de estos modelos de primates, los científicos pudieron comprender la forma en que cada uno de los molares emergentes se sincronizan con el sistema de masticación de la mandíbula, el cual está en constante crecimiento y cambio.
"La relación biomecánica precisa entre los rostros y los músculos masticadores, ambos en crecimiento, da como resultado la relación estrecha y predictiva entre el desarrollo dental y la historia de vida", señalaron los científicos en un comunicado.
En los humanos, dicen, la aparición tardía de los molares es el resultado de la evolución del lento crecimiento facial general junto con las mandíbulas cortas y las caras situadas debajo de nuestra caja cerebral.
“Resulta que nuestras mandíbulas crecen muy lento, tal vez debido a nuestras historias de vida lentas en general. Esto, en combinación con nuestras caras cortas, retrasa cuando un espacio mecánicamente seguro, o un 'punto óptimo', si se quiere, está disponible, lo que resulta en nuestras edades muy avanzadas respecto al momento en que emergen los molares”, dice Gary Schwartz, otro coautor del estudio.
Los científicos creen que los hallazgos podrían ayudar a avanzar en la comprensión clínica de las muelas del juicio.