Por más de 50 años, un monje ha mantenido la fe y la unión de la comunidad en una isla griega
Durante más de 50 años, Spyridon Denaxas ha orado, trabajado y recibido a los fieles en un monasterio isleño construido en un acantilado junto al mar que ha cambiado poco desde su fundación, hace más de un milenio.
Al igual que el resto de Europa, Grecia se ha secularizado rápidamente, y otras islas del mar Egeo, como la cercana Santorini, enfrentan el crecimiento masivo del turismo enfocado mucho más en las playas que en las iglesias.
Pero unos cuantos monjes cristianos ortodoxos siguen siendo íconos de la vida local, al grado que, cuando el reciente enjambre de terremotos casi constantes sorprendió al padre Spyridon, como se le conoce cariñosamente, fuera del monasterio por una emergencia médica, en lo único en que podía pensar era en volver a Amorgos.
“Quería estar aquí con mi comunidad, sentir sus emociones, porque soy responsable. Dios me puso aquí para cuidarlos”, dijo a The Associated Press en griego, en el monasterio de Panagia Hozoviotissa, donde afirmó que ni siquiera una roca cayó por los temblores.
En esa breve ausencia, así como en otra, más prolongada, el año pasado, cuando pasó casi cinco meses en el continente para someterse a cirugías, toda la isla, incluidos los ateos, especulaban sobre cuándo podría regresar.
”Él es parte de la isla”, señaló Mina Mavrou la semana en que Spyridon finalmente tenía previsto regresar en un viaje en ferry de casi ocho horas desde Atenas.
Un monje ortodoxo recibe al mundo en el monasterio isleño
De vuelta en su monasterio encalado, encaramado entre el cielo y el mar, el monje estaba eufórico.
“Siento una euforia espiritual al haberme reunido nuevamente con la gente del pueblo, aquellos que me buscaban y me extrañaban”, expresó. “Estoy muy feliz con la vida monástica y con volver a mi entorno natural”.
La tradición sostiene que varios monjes bizantinos que huían de la persecución emprendida en el siglo IX en Oriente Medio navegaron a esta isla montañosa con un icono de la Virgen María. Construían un refugio en una cueva cuando las rocas que caían revelaron un cincel que colgaba más arriba en el acantilado.
Tomándolo como una señal, dedicaron las siguientes décadas a construir el monasterio a más de 150 metros (500 pies) sobre el nivel del mar, donde el icono y el cincel aún se pueden ver en la pequeña capilla, que es el centro del complejo.
Spyridon nació en Amorgos y se unió al monasterio inmediatamente tras concluir la escuela secundaria en 1971, cuando tenía 18 años. Ahora es uno de los dos únicos monjes del lugar, además de un asistente, Constantin Papakonstantinou, de 35 años, quien espera unirse a ellos algún día. Por ahora, cuenta a los visitantes la historia del monasterio en los diversos idiomas que aprendió durante una carrera anterior en la industria de la moda.
Sentado en la entrada de la capilla, Spyridon da la bienvenida a los peregrinos con una sonrisa. Muchos aún jadean después de subir 300 metros (casi 1.000 pies) de escalones desde un estacionamiento, pasar a duras penas por la diminuta puerta de entrada y subir nuevamente una estrecha escalera hasta la oscura capilla. Allí, veneran el icono antes de salir al deslumbrante sol de la terraza.
Las impresionantes vistas del mar que resplandece a la distancia también son un gran atractivo para los turistas, que vienen de destinos cercanos, a menudo abarrotados, en las islas Cícladas.
Ya sea que busquen nutrir su vida espiritual o su feed de Instagram, Spyridon está ansioso por recibir a todos los visitantes, ofreciendo agua fresca, golosinas y tragos de licor de raki con sabor a miel hecho en casa.
“La Virgen María extiende su mano y vierte bálsamo curativo en las almas de todas las personas”, dijo. “Este es un monasterio ecuménico, abierto a todo el mundo... Todos reciben algo de su gracia”.
La vida en la isla aún gira en torno al amado monasterio
Panagia Hozoviotissa, cuya imagen está en la portada de la guía actual de Lonely Planet Grecia, está lejos de ser la única casa de culto en Europa que también es una atracción turística.
Pero el monasterio de Amorgos cumple otra función: es un punto de referencia crucial para los lugareños, que buscan la ayuda material y espiritual de los monjes, como lo han hecho los cristianos orientales durante casi 2.000 años.
“La gente los buscaba en el desierto o en cuevas por su sabiduría, los adoptaban como guías espirituales”, dijo Ed Siecienski, catedrático de religión de la Universidad de Stockton. “Se considera a los monjes como supercristianos”.
Incluso cuando Spyridon estuvo fuera para someterse a cirugías de rodilla y dentales, isleños como Mavrou lo llamaban a menudo para preguntar sobre su recuperación y recibir su bendición, dijo.
A diferencia de los sacerdotes parroquiales ortodoxos, que a menudo están casados, los monjes permanecen célibes, una decisión que Spyridon ponderó cuando era adolescente. No tiene arrepentimientos, dijo, y considera a su rebaño como su familia.
“Sus hijos serían mis hijos. Me alegraría con todos, lloraría con todos y estaría con ellos según sus circunstancias”, expresó.
En el “día del santo”, cuando la gente celebra a sus santos homónimos —en la cultura griega tradicional es una fiesta más grande que el cumpleaños— Spyridon llama a las personas para felicitarlas. Si es un nombre popular como Vangelis, que se celebra a finales de marzo, hace docenas de llamadas, comenzando antes del amanecer para alcanzar a quienes viven en Australia o en las Américas.
A menudo hace visitas en persona, abriéndose camino con un bastón retorcido hacia capillas remotas en las colinas llenas de rocas y en los pueblos dispersos que rodean Amorgos.
Después de detenerse recientemente en una cafetería, el dueño dijo tener tres fotos en exhibición, en las que aparece su madre, su padre y el monasterio.
“Quiero una fotografía del padre Spyridon para colocarla junto a mi padre. Porque lo amo profundamente”, dijo Nikolaos Economides.
Días de trabajo y oración que comienzan mucho antes del amanecer
Los días de los monjes suelen estar sujetos a apretados horarios de adoración y trabajo, ya que los monasterios tienen que mantenerse a sí mismos.
“No hay tiempo para el aburrimiento. Ni para la melancolía”, afirma Spyridon. Se levanta diariamente a las tres de la mañana para el primer servicio de oración y no se acuesta hasta después de las nueve de la noche.
Michalis Giannakos salió de Amorgos después de terminar la escuela secundaria hace 20 años, pero recuerda sus visitas al monasterio cuando era niño y ver a Spyridon caminando apresuradamente por sus laderas rocosas, cuidando de animales, como el burro del monasterio, y saludando a los peregrinos.
“Spyridon estaba allí cuidando a la gente, asegurándose de que los visitantes estuvieran felices”, dijo Giannakos, que vacacionaba en Amorgos.
Aunque muchos griegos urbanos se han distanciado o incluso se muestran hostiles hacia la iglesia, “para lugares más pequeños, sigue siendo importante. No se trata solo de la fe y la religión”, agregó.
Eso se debe a que en una isla como Amorgos, con una población de 2.000 personas, dividida entre un pueblo principal en la cima de una montaña y aldeas más pequeñas, se puede llamar a los clérigos para manejar conflictos y brindar consejos.
El monasterio cedió parte de su tierra para construir una escuela, recordó Giannakos, y alberga a la mayor parte de la población durante sus días de fiesta en noviembre.
“Spyridon le da mucho a la gente”, dijo Cristina Astrecha, quien enseña religión en la escuela de Amorgos. “Eso es espiritualidad, se puede ver en los actos de una persona”.
Una espiritualidad que acoge a todas las personas y a la creación
Para Spyridon, la espiritualidad lo abarca todo.
“Dios colocó al hombre en el paraíso para que lo cuidara y trabajara por él. Sabes lo importante que es la naturaleza: el mar, las montañas, los valles y las llanuras”, señaló. “Están destinados para el uso humano, pero debemos respetarlos, preservarlos y protegerlos”.
Por eso está tan contento de permanecer aquí, cuidando de su “propio patio” mientras ofrece palabras y oraciones a cualquiera que pueda necesitarlas.
“Está en mi ADN, entrelazado con el monasterio y su existencia”, afirmó.
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El fotógrafo de la AP Petros Giannakouris en Amorgos contribuyó a este despacho.
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