Omán, mediador clave en primera reunión entre Irán y EEUU sobre programa nuclear de Teherán

Jon Gambrell
Viernes, 11 de abril de 2025 16:13 EDT

Una vez más, algunos de los temas más importantes en la geopolítica de Oriente Medio se debatirán en esta tranquila ciudad costera sin rascacielos.

En Mascate, la capital de Omán, enclavada junto a los escarpados muros de piedra de las montañas Hajar, Irán y Estados Unidos se reunirán para sostener pláticas sobre el programa nuclear de Teherán —que avanza rápidamente— por primera vez desde que el presidente Donald Trump inició su segundo mandato.

No es probable que se llegue a un acuerdo de inmediato, pero lo que está en juego en las negociaciones no podría ser más crucial para estas dos naciones con casi medio siglo de enemistad. Trump ha amenazado repetidamente con lanzar ataques aéreos que tendrían como objetivo el programa nuclear iraní si no se llega a un acuerdo. Los funcionarios iraníes advierten con mayor frecuencia que podrían intentar desarrollar un arma nuclear con sus reservas de uranio ya enriquecido a un nivel casi apto para armas.

Y en el centro se encuentra Omán, uno de los últimos sultanatos del mundo en el extremo oriental de la Península Arábiga. Su historia única, su gente y su proximidad a Irán lo han hecho indispensable para Occidente ya que ha sostenido una reunión tras otra a favor de Irán. Pero estas últimas conversaciones —anunciadas repentinamente por Trump en el Despacho Oval hace apenas unos días— han puesto a Omán bajo los reflectores, algo que, normalmente, intenta evitar.

“Los omaníes tienen mucha experiencia cuando se trata de este rol de canal de comunicación extraoficial”, afirmó Giorgio Cafiero, director general y fundador de Gulf State Analytics (Analítica del Estado del Golfo), una firma de análisis de riesgos con sede en Washington. “Creo que, ahora mismo, en la era Trump 2.0, hay mucho en juego y es importante que comprendamos el valor de Omán como puente diplomático”.

“Omanquilibrio” en un Oriente Medio inestable

Omán, hogar de 5,2 millones de habitantes en un país árido apenas más grande que Italia, destaca entre los Estados árabes del Golfo. Su riqueza petrolera y gasífera es marginal en comparación, y sus ciudadanos superan en número a su población de trabajadores extranjeros. Se puede encontrar a los omaníes en empleos normales, desde taxis hasta oficinas. Y sus habitantes son musulmanes ibadíes, una rama más liberal del islam que es más antigua que la división entre suníes y chiíes.

Ocupa una ubicación estratégica a lo largo del Estrecho de Ormuz, la estrecha boca del Golfo Pérsico por donde pasa una quinta parte de todo el petróleo.

Y Omán alguna vez fue un imperio cuyo dominio marítimo se desplegó hasta la isla de Zanzíbar, frente a África. Esa historia se extiende a su manera de relacionarse con el resto del mundo, explicó Marc J. O’Reilly, profesor de Historia de la Universidad de Heidelberg, en Ohio.

Es un camino al que O’Reilly denominó “Omanquilibrio” hace más de 25 años —y que aún es apto hoy en día para el sultanato tras la muerte en 2020 del sultán Qaboos bin Said, su gobernante desde hacía mucho tiempo, y la investidura del sultán actual, Haitham bin Tariq.

Omán es “maestro de la diplomacia discreta”, agregó O’Reilly. “Creo que están orgullosos de ello, los omaníes; saben que esa es su reputación”.

No obstante, esto se ha puesto a prueba en los últimos años. Omán mantiene vínculos diplomáticos con los rebeldes hutíes de Yemen, quienes ahora se encuentran en una intensa campaña de ataques aéreos por parte del gobierno de Trump. Los lazos de Omán con Irán, consolidados cuando el sha Mohammad Reza Pahlavi envió tropas en la década de 1970 para ayudar a sofocar la Rebelión de Dhofar en el país, se han mantenido desde la Revolución Islámica de 1979.

Estados Unidos ha dependido de Omán durante años para negociar con Irán, incluidas las conversaciones secretas bajo la presidencia de Barack Obama que condujeron al acuerdo nuclear de 2015 que Irán firmó con las potencias mundiales.

“Ciertamente creo que, con ellos, en general, es muy fácil tratar en una región donde esa no es la norma”, dijo O’Reilly.

El desafío futuro

Esta ronda de conversaciones no es como las anteriores. El primer reto que enfrenta Omán es lo públicas que son. Mascate suele confiar en la discreción sobre cómo gestiona las relaciones diplomáticas, un vestigio de una época previa al gobierno árabe del Golfo.

Sus vecinos actuales, en comparación, hacen relativamente público su papel en la diplomacia, como el de Qatar en las negociaciones con los talibanes afganos, Arabia Saudí como anfitrión de las conversaciones entre Rusia y Estados Unidos, y Emiratos Árabes Unidos como mediador en un intercambio de prisioneros entre Rusia y Estados Unidos. Hasta el momento, los medios de comunicación estatales de Omán, que dominan el sultanato, han guardado silencio sobre las conversaciones del sábado.

“Omán normalmente prefiere no generar demasiados titulares”, aseveró Cafiero. “Omán prefiere una diplomacia que no sea el centro de atención de las noticias, pero que de todos modos sea eficaz”.

Luego están las expectativas de ambas partes. Abbas Araghchi, el ministro de Relaciones Exteriores de Irán, sostiene que las negociaciones comenzarán como conversaciones indirectas, y que probablemente Badr bin Hamad al-Busaidi, el ministro de Relaciones Exteriores de Omán, transmitirá mensajes entre Teherán y Steve Witkoff, el enviado estadounidense para Oriente Medio. Trump ha sostenido que las conversaciones serán directas. Si bien esto no representa un obstáculo importante, es indicativo del desafío que enfrentan las negociaciones —especialmente después que años de conversaciones indirectas durante el gobierno de Biden no llegaron a ningún lado.

Y si bien Estados Unidos puede ofrecer un alivio de las sanciones a la asediada economía iraní, aún no está claro cuánto estará dispuesto a ceder Irán. Bajo el acuerdo nuclear de 2015, Irán sólo podía mantener una pequeña reserva de uranio enriquecido al 3,67%. Hoy en día, las reservas de Teherán le permitirán construir varias armas nucleares si así lo desea, y tiene material enriquecido hasta el 60% —a un paso técnico de alcanzar los niveles de grado armamentístico. A juzgar por las negociaciones desde que Trump retiró unilateralmente a Estados Unidos del acuerdo, en 2018, es probable que Irán solicite continuar con su programa para enriquecer uranio hasta al menos el 20%.

Algo que no hará es abandonar su programa completamente. Eso hace que la propuesta de Benjamin Netanyahu, el primer ministro israelí, de la llamada solución libia —“Entras, haces volar las instalaciones, desmantelas todo el equipo, bajo supervisión estadounidense, ejecución estadounidense”— sea inviable.

Los iraníes, incluido el ayatolá Alí Jamenei, han presentado lo que ocurrió al final con el fallecido dictador libio Moammar Gadafi, quien fue asesinado con su propia arma por rebeldes durante el levantamiento de la Primavera Árabe en el país, en 2011, como una advertencia sobre lo que puede ocurrir cuando confías en Estados Unidos.

Alí Shamkhani, un alto asesor de Jamenei, ya advirtió qué podría suceder si Estados Unidos continúa con sus amenazas a Teherán, lo cual incluye expulsar de Irán a los inspectores del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y poner fin a la cooperación con el organismo de control de la ONU.

“La transferencia de material enriquecido a un lugar seguro también se podría considerar”, agregó, con lo que volvió a abrir la puerta a la posibilidad de que Irán opere instalaciones nucleares secretas, sin declarar, como ocurrió cuando comenzó la crisis sobre su programa nuclear hace más de 20 años.

Pero Majid Takht-e Ravanch, viceministro iraní de Relaciones Exteriores, ofreció un tono más positivo el viernes.

“Si la parte estadounidense se abstiene de plantear cuestiones y demandas no relacionadas —y abandona las amenazas y la intimidación—, existe una buena oportunidad para alcanzar un acuerdo”, declaró Takht-e Ravanch, según IRNA, la agencia de noticias estatal.

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El periodista de The Associated Press Amir Vahdat contribuyó a este despacho desde Teherán, Irán.

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The Associated Press recibe apoyo para la cobertura de seguridad nuclear de la Corporación Carnegie de Nueva York y la Fundación Outrider. La AP es la única responsable de todo el contenido.

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